Friday, March 25, 2016


AUTISMO Y SUS BASES FUNDAMENTALES

L.T.O. Arlete Yadira Sánchez Arista

Hablar de AUTISMO es sumergirnos en un tabú que aun no tiene ni principio ni fin, y hablar de tratamiento en autismo es como aquel secreto a voces que todos conocen pero que nadie confirma, debemos respetar que cada ser humano con autismo es diferente y por lo tanto cada uno tiene necesidades diferentes, es un error tanto en autismo como en terapia ocupacional realizar tratamientos estandarizados. No hay estrategias ni listas de aplicación, sólo hay bases científicas que fundamentan el porqué de los diagnósticos, pero no el cómo reacciona en cada persona; es por eso que en el presente artículo se realiza una recopilación donde se citan autores que nos relataron 3 bases las cuales nos ayudaran a entender cómo hacer funcionar un buen tratamiento en base de un excelente entendimiento de las partes de ejecución en el autismo.

El autismo constituye la más fascinante, rica, perturbadora y desafiante categoría, por las dificultades que presenta para ser evaluado, diagnosticado e intervenido, así como por el impacto que causa en la estructura familiar, la presencia de una persona con autismo.

El autismo se caracteriza por un amplio espectro de limitaciones graves en diversos aspectos fundamentales del desarrollo: la capacidad imaginativa, el comportamiento, la comunicación y la interacción social recíproca. 

La persona autista presenta una serie de comportamientos raros y no convencionales que le dificultan e impiden interactuar y adaptarse en su ambiente familiar y social. 

El autismo puede ser conceptualizado como una entidad psicológica diferenciada por un conjunto de rasgos como lo son la triada autista:




Función ejecutiva

"Es el constructo cognitivo usado para describir conductas dirigidas hacia una meta, orientadas hacia el futuro, que se consideran mediadas por los lóbulos frontales. Incluyen la planificación, inhibición de respuestas prepotentes, flexibilidad, búsqueda organizada y memoria de trabajo. Todas las conductas de función ejecutiva comparten la necesidad de desligarse del entorno inmediato o contexto externo para guiar la acción a través de modelos mentales o representaciones internas".(Ozonnoff, Strayer, Mc Mahon y Filloux, 1994, p.1015. Tomado de Simarro, L.) son las siguientes:

Planificación: Organizar un plan con secuencias de acción, tener o seguir un argumento, recordar otros momentos. 

Flexibilidad: Cambiar la manera de actuar, en función de cómo cambie la situación. 

Memoria de trabajo: Saber los pasos a seguir mientras ocurre algo, durante la acción. 

Inhibición: Saber interrumpir una respuesta que antes se podía hacer de forma automática.

Las funciones ejecutivas, históricamente, se han ubicado en el lóbulo frontal del cerebro, y más específicamente en el córtex prefrontal, donde parece situarse el ‘puesto de mando’ que organiza y coordina, obviamente, con la amplia interconexión de muchas otras regiones encefálicas (la corteza de asociación posterior, la corteza premotora, los ganglios basales, el tálamo, el hipotálamo, el hipocampo, la amígdala, la corteza cingulada, los núcleos del tallo cerebral y el cerebelo). 
 La adquisición de las funciones ejecutivas se inicia de manera temprana en el desarrollo (aproximadamente desde el año de edad) y se desarrolla lentamente, con dos picos a los 4 y a los 18 años; después se estabiliza y declina en la vejez. 

Las funciones ejecutivas podrían definirse como un conjunto de múltiples procesos encargados de la generación, monitorización y control de la acción y el pensamiento. Estas funciones son necesarias tanto para una acción motora muy sencilla.
Las funciones ejecutivas no son un proceso unitario. Implican múltiples destrezas, como el control de la acción y pensamiento, procesos top-down, planificación, inhibición, memoria de trabajo, cambios de set atencionales, monitorización de la acción, generatividad y fluidez. Todas estas destrezas son evaluadas por múltiples tareas, test y pruebas experimentales, tanto cognitivas como neurológicas. Las funciones ejecutivas representan la meta capacidad de orquestar otras funciones cognitivas. Están involucradas en múltiples procesos complejos, básicamente en inferencia social, motivación, ejecución de la acción, e incluso lenguaje.
La teoría de las funciones ejecutivas no tenía demasiada relevancia para el autismo hasta que Sally Ozonoff, Bruce Pennington y Sally Rogers publicaron en 1991 dos artículos en los que demostraban que las medidas ejecutivas eran igual e incluso más eficaces que el rendimiento en tareas de teoría de la mente a la hora de discriminar a los sujetos autistas de los controles.
La región prefrontal es considerada el área por excelencia del cerebro ejecutivo. Existen funciones ejecutivas asociadas a áreas específicas.
Las funciones ejecutivas ligan la experiencia sensorio motriz y la intersubjetividad directamente con las tareas mentalistas, conectando procesos subpersonales con tareas altamente complejas y socializadas. El autismo presenta igualmente déficits ejecutivos clásicos y severas dificultades en las destrezas sociales y mentalistas. Veamos a continuación, qué datos apoyan la relación entre la neurofisiología del autismo y las funciones ejecutivas.

Teoría de la mente

La teoría de la mente modular (ToMM) se define como la capacidad de percibir que las otras personas poseen un estado interno igual que el de uno mismo y a la vez diferente de él es por eso que se  presenta como la propuesta más fuerte de un modelo explicativo del autismo; este enfoque afirma que el  autismo es consecuencia de un déficit en la capacidad de atribuir estados mentales (deseos, creencias, intenciones) a los otros, identificándolos como diferentes de los estados mentales propios.
Las personas presentan la habilidad automática para atribuir deseos, intenciones, emociones, estados de conocimiento o pensamientos a otras personas y darse cuenta de que son distintas a las propias. Esto conlleva la representación interna de los estados mentales de las otras personas y nos ayuda a  entender lo que hacen o dicen los demás, nos ponemos en su lugar y así podemos comprender lo que les lleva o motiva a actuar de una determinada manera.

El origen del concepto de “Teoría de la Mente” nace de los trabajos Premack y Woodfruff (1978), para quienes este término consiste en: "Al decir, que un sujeto tiene una Teoría de la Mente, queremos decir que el sujeto atribuye estados mentales a sí mismo y a los demás,... Un sistema de inferencias de este tipo se considera, en un sentido estricto, una teoría; en primer lugar, porque tales estados no son directamente observables, y en segundo lugar, porque el sistema puede utilizarse para hacer predicciones, de forma específica, acerca del comportamiento de otros organismos." 
Astington (1998) postula que a través de la Teoría de la Mente se desarrolla en los niños la habilidad o capacidad para comprender la interacción humana, mediante la atribución de estados mentales a uno mismo o a los demás.  Estos estados mentales comprenden los deseos, emociones, creencias, intenciones, pensamientos, conocimientos, entre otros. 
Los niños, entre 3 y 5 años, en su desarrollo cognitivo, social y emocional, adquieren la habilidad de reflexionar y comprender los comportamientos, intenciones, pensamientos y sentimientos de los demás. La Teoría de la Mente estaría compuesta justamente de un sistema de conceptos que representan estados mentales y unos mecanismos de inferencia que permiten predecir y explicar conductas en función de las reglas de interconexión entre los elementos del sistema.
La Teoría de la Mente implica en el niño actitudes proposicionales. Es decir, implica hacer uso de creencias, deseos, intenciones, sentimientos, entre otros, para dar cuenta del comportamiento de las personas. La actitud proposicional muestra entonces un estado mental mediante el uso de verbos mentalistas (creer, pensar, imaginar, pretender, fingir, esperar, entre otros), concretamente indica la postura de la persona con relación al mundo, sin comprometerse con la verdad o falsedad de los contenidos proposicionales a que hace referencia.
El autismo es un trastorno del desarrollo que impide a los sujetos que lo tienen llevar a cabo con éxito las actividades que requieren el uso de una Teoría de la Mente.

Teoría de la coherencia central débil

La teoría de la coherencia central débil, también llamada la teoría de la coherencia central, es la capacidad de integrar la información para proporcionar una visión general y poner en contexto la realidad sugiere que un estilo perceptivo-cognitivo específico descrito en términos generales como una capacidad limitada para comprender el contexto o para ver el panorama general.
La teoría de la coherencia central débil intenta explicar cómo algunas personas diagnosticadas con autismo pueden mostrar una notable capacidad en materias como las matemáticas y la ingeniería, sin embargo, tienen problemas con las habilidades lingüísticas y tienden a vivir en un mundo social aislado. La teoría es uno de los modelos conceptuales más importantes que tratan de explicar las anomalías de las personas con autismo en tareas que implican procesos cognitivos locales y globales.
Uta Frith, avanzó por primera vez la teoría de la coherencia central débil a finales de 1980. Frith supuso que las personas con autismo suelen pensar acerca de las cosas en las partes más pequeñas posibles. Su hipótesis es que los niños con autismo realmente perciben mejor los detalles que la gente normal, pero que "no puede ver el bosque por los árboles", así es como ella lo citaba.

Las personas con autismo entienden los conceptos de manera individual, pero una vez que forman un grupo o se juntan, para ellos pierden el significado. Podríamos decir que no son capaces de construir significados reuniendo todos los elementos que conocen. Nosotros tenemos la capacidad de relacionar la información que tenemos con la que vamos conociendo poco a poco, pero para las personas con autismo esto les resulta imposible, ya que no entienden nada más que lo que perciben en un momento determinado. Por esa razón, las personas con autismo se suelen sentir más cómodas ante conductas que se repiten y son estereotipadas.



BIBLIOGRAFIA: 
  • Revista Argentina de Neuropsicología 6, 25-49 (2005) Autismo, funciones ejecutivas y mentalismo A. M. Ibáñez Barassi, Autismo, funciones ejecutivas y mentalismo: Reconsiderando la heurística de descomposición modular * Agustín M. Ibáñez Barassi P. Universidad Católica de Chile. Laboratorio de Neurociencias Max Planck Institute for Brain Research, Frankfurt

  • Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal, Sistema de Información Científica, Isabel Gómez Echeverry, Ciencia Cognitiva, Teoría de la Mente y autismo, Pensamiento Psicológico, vol. 8, núm. 15, 2010, pp. 113-123, Pontificia Universidad Javeriana, Colombia.
  • GRAU, C.; GIL Mª D.(2010). Intervención psicoeducativa en necesidades específicas de apoyo educativo. Madrid: Pearson Educación S.A.

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